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La discapacidad orgánica, una realidad invisible

La discapacidad orgánica proviene de la pérdida de funcionalidad en uno o varios sistemas corporales (órganos o fallos sistémicos) por el desarrollo de condiciones de salud crónicas. Este hecho, produce afectaciones no perceptibles en su mayoría, lo cual no se suele corresponder con la imagen estereotipada de la discapacidad.


La falta de percepción directa de este tipo de discapacidad genera un déficit de conciencia y de empatía hacia personas con discapacidad orgánica y, en muchos casos, la incomprensión de parte del entorno.


Todo ello contribuye a la invisibilidad de una realidad, en la que las personas con discapacidad orgánica tienen que convivir con síntomas y manifestaciones de dolor, como el caso de las personas con fatiga crónica, o con numerosas pruebas médicas y tratamientos que, en ocasiones, derivan con efectos secundarios.


Algunos tipos de discapacidad orgánica pueden ser la fibrosis quística, fibromialgia, enfermedades renales, enfermedades metabólicas, cardiopatías, fatiga crónica, enfermedad de Crohn, artritis, entre otros. Asimismo, estas patologías en ocasiones coexisten con otras, produciendo una discapacidad múltiple.


Como consecuencia, conciliar vida social y laboral se torna más complicado por la falta de reconocimiento de esta discapacidad, repercutiendo en el acceso al mercado laboral y, por ende, su situación socioeconómica.


Defender los derechos de las personas con discapacidad orgánica


Para combatir esta discriminación, es necesario impulsar y apoyar a las distintas entidades sociales del tercer sector que visibilizan esta realidad y defienden los derechos de las personas con discapacidad orgánica (educación, empleo, sanidad, accesibilidad, etc.), fomentando la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la vida y brindando recursos y asesoramiento.


A raíz de esta necesidad de difusión de conocimiento sobre esta discapacidad, COCEMFE (Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica) creó e impulso el Símbolo Internacional de la discapacidad orgánica que ha emergido como un instrumento emblemático en la lucha por la visibilización y el reconocimiento de las personas que enfrentan desafíos relacionados con la discapacidad orgánica.


Discapacidad orgánica en el ámbito laboral


En España, las estadísticas revelan que aproximadamente 1 millón de personas tienen discapacidad orgánica. Este colectivo diverso enfrenta una serie de obstáculos ya que tiene necesidades específicas, especialmente en el ámbito laboral, donde la falta de comprensión de su discapacidad, la discriminación en los procesos de selección y contratación, y las barreras físicas y estructurales en el entorno laboral dificultan su integración y desarrollo profesional.


Según los datos del ‘Libro Blanco de la discapacidad orgánica’. Estudio sobre la situación de las personas con discapacidad orgánica’ de COCEMFE, el 57% de las personas encuestadas declararon haber tenido que abandonar su trabajo alguna vez por no adecuarse a su situación, haber tenido miedo de perderlo (57%) o que su puesto de trabajo no estuviera adaptado a sus necesidades (53,18%).


Las condiciones físicas del lugar de trabajo y la organización del tiempo laboral pueden tener un impacto significativo en la salud y el bienestar de las personas, generando situaciones de riesgo o de renuncia forzosa.


Igualmente, algunas de las discapacidades orgánicas difíciles de detectar no son reconocidas en los baremos para la obtención del certificado de discapacidad, lo que deja a las personas al margen de recibir ayudas, como el acceso a empleo adaptado o servicios de apoyo necesarios.

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